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sábado, 29 de septiembre de 2018

Eryngium carlinae (hierba del sapo), producto forestal no maderable.


Dicen que, eventualmente, “los árboles no dejan ver el bosque”, como referencia a la proclividad por la extracción única de la madera, de la multitud de recursos y productos forestales que constituyen la biodiversidad de los “bosques” mexicanos, según clasificación del maestro Jerzy Rzedowski.


Tal es el caso de Erygium carlinae F. Delarroche, mejor conocida como “hierba del sapo”, que Erik Estada Lugo del Departamento de Fitotecnia de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) ha vuelto tan famosa, por sus usos herbolarios o de fitoterapia, ampliamente conocidos.


Resulta que la hierba en comento, está presente en muchos bosques de clima templado del eje volcánico transversal y seguramente en otros con presencia de pinos, principalmente del grupo Rudis, de donde la extraen para su comercialización.


Además  de esta hierba, en prácticamente todos los bosques de México hay ejemplos de herbolaria  o fitoterapia  de origen forestal, usada ancestralmente para la cura de ciertos padecimientos.


Solo por citar dos ejemplos de plantas forestales no maderables, usadas como remedios efectivos., está la “hierba del apache” o “hierba del indio”  (Aristolochia wrightii Seem.) y la “chucaca” o “lechuguilla de la sierra” (Packera candidissima     (Greene) W.A. Weber & Á. Löve), en los bosques del Estado de Chihuahua.


Confiamos en que la SEMARNAT, quizá a través de CONAFOR, se concentre en el estudio de la herbolaria forestal de México, a efecto de abrir a la población que habita los bosques de México alternativas para patentar sus recursos genéticos, más allá de las denominaciones de origen, antes de que las farmacéuticas, con apoyo de los créditos de los organismos multilaterales y otros instrumentos de la globalización, como son los convenios internacionales vinculantes,  con el auxilio de algunas ONG’s que les sirven, se adueñen de ellos, aduciendo gastos de investigación; y los patenten en beneficio de “todos”, con jugosas ganancias monetarias únicamente para ellos.


Y no se repitan casos tristemente célebres como el del café, en litigio judicial añejo entre Etiopia y los dueños de los genes, debidamente patentados, pues México firmó el convenio vinculante sobre biodiversidad biológica de Nagoya (2010) y los promotores de la hasta hace poco fallida ley de biodiversidad, no van a quitar el dedo del renglón.